El comportamiento de Henar ha cambiado mucho desde que llegó a Fundación Santuario Gaia. Los primeros días estaba muy descolocada y temerosa, pero poco a poco fue cogiendo confianza y ahora nos deja incluso acariciarla. No es de extrañar que al principio tuviera miedo. En su corta vida ha pasado por muchas malas experiencias. Ella vivía junto con otras vacas, una de ellas era su madre, Simone, en una explotación que fue denunciada por maltrato animal, en la que convivían junto con cadáveres de otros animales. Las autoridades decomisaron a los animales y los llevaron a unas dependencias de la administración, pero una vez allí, entraron ladrones y robaron a los terneros, entre ellos estaba Henar. La pobre, además de sufrir maltrato, fue arrancada del lado de su madre. Por suerte consiguieron encontrarlos y pudimos traer a Henar a Fundación Santuario Gaia junto a su madre.
Ahora vive feliz junto a Amalia, Zuriñe y Ramona. Se muestra curiosa por todo lo que le rodea y no pierde ocasión de jugar con quien sea, como en este caso con la gata Emma