“Desde que era pequeño, cada año participaba en la matanza del cerdo, el tradicional San Martín. Ese día para el resto de la familia era una fiesta en la que venían a ayudar vecinos y amigos, pero para mí siempre fue un día angustioso.
Algo que nunca olvidaré en la vida son los chillidos de los cerdos al clavarles el cuchillo en la garganta, y su mirada de terror cuando se les sacaba de la cuadra.
Aunque odiaba que llegara ese día, por tradición familiar tenía la obligación de ayudar en la matanza, hasta que llegó el día en que me di cuenta que las tradiciones no son importantes, y que la vida de los demás seres son tan valiosas como la mía.
Llevo más de ocho años que me hice vegano y dejé de participar en cualquier actividad que conllevara sufrimiento y dolor a los demás animales. Y hace dos años y medio que junto con ismael López, quisimos dedicar nuestras vidas a los grandes olvidados, fundando Santuario Gaia, un refugio para animales de granja.
No puedo evitar cada vez que veo a Magdalena, a Alberto, Palma y los demás cerdos que viven en el Santuario, pensar en todos aquellos que año tras año ayudé a quitarles la vida de manera directa. Por justicia me veo obligado a entregar mi vida sirviéndoles a ellos.
Hace años yo mataba cerdos y ahora doy mi vida por ellos. Si yo he podido cambiar, tú también puedes.”
