Celia tiene un vínculo muy fuerte con los fundadores del Santuario, que desde que tenía pocos días de vida, ha estado durmiendo con ellos en su habitación para recibir todos los cuidados que necesitaba.
Ahora que es más mayor y más independiente, sigue teniendo un fuerte apego con ellos, y en cuanto los escucha va hacia ellos para que la cojan en brazos.
Celia llegó desde Mallorca porque fue abandonada por nacer con malformaciones en sus extremidades delanteras. Al poco tiempo de llegar al Santuario, conseguimos a base de fisioterapia y con la ayuda de una férula, que una de sus extremidades sea funcional.