Ayer vino la veterinaria para revacunar a las vacas y toros del Santuario de lengua azul, como nos exige el Departamento de Ganadería.
Como siempre, la que peor lo ha pasado ha sido Tina, que desde el día que vinieron para hacer la prueba de la tuberculina, no ha vuelto a ser la misma. Ella sufre mucho cuando se la obliga a entrar en la manga, pasa realmente terror, sus mugidos y su mirada son realmente impactantes. Sufrió mucho por culpa de las personas y esto la afecta en su salud mental y anímica.
Mientras sigamos registrados como ‘actividad ganadera’ no nos queda más remedio que seguir los protocolos establecidos, en cuanto a las vacunaciones y analíticas anuales de los animales. Deseamos que en el futuro, los santuarios de animales considerados de granja como el nuestro sean considerados Entidades de protección animal y se nos permita hacer las cosas bien pero no con las exigencias actuales, sino de manera que los animales sufran lo menos posible y su recuperación psicológica no se vea afectada echando para atrás el trabajo diario que realizamos por ellos para que vuelvan a confiar en las personas.
Los animales que aquí llegan no van a ser destinados a consumo humano, así que no tiene sentido que se nos trate igual que aquellos que explotan a los animales. Cuando llegan, a todos se les han realizado analíticas y vienen vacunados, y si son casos de emergencia se les realiza inmediatamente antes de entrar en contacto con otros animales, durante su cuarentena.
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