“Este fue el momento en el que cuando le acerqué a su hija, ella comenzó a besarme sin parar, y al yo mirarla, entendi lo que me estaba diciendo. Me la estaba entregando y pidiendo que la cuidara.
La miré, la besé y le dije “gracias, gracias cariño”. Entonces cogí la cabeza de su hija y le dije que la besara.
Desde que parió no me aparté de su lado en ningún momento. Freser continuamente besaba a su hija y después la empujaba suave hacía mí haciendo un sonido muy tierno, como una nana, para que la pequeña se fuera donde yo estaba sentado.
Me arrepiento de una cosa que hice cuando vi que Freser se marchaba, y es que me enfadé mucho con ella. Cogí a su hija en brazos y se la puse delante pidiéndole por favor que no se fuera, que lo hiciera por ella, que era su hija. Pero no, se fue justo en ese momento en el que yo estaba frente a ella con su hija en mis brazos.
Freser ya no está con nosotros y tampoco lo está Samuel, pero sí que hay vivos muchos que son iguales a ellos y que ahora mismo están siendo explotados y asesinados en los mataderos. ¿Por qué sentimos compasión y amor por Samuel y Freser, y no por esos otros que están muertos en vuestras mesas?
Freser cariño, me has dado una responsabilidad muy grande con tu niña, pero sabes que voy a hacer todo lo posible para sacarla adelante. Ya camina bien, se le ha puesto un pelo precioso y brillante. Ya me sigue por todos lados y se toma muy bien los biberones. Desde donde estés, ayúdame a hacerlo bien, y no solo con ella, sino a darme también fuerzas para seguir luchando por vosotros y conseguir que el mundo os vea como realmente sois.
TE QUIERO PRECIOSA, PERDÓNAME POR HABERME ENFADADO CONTIGO. TE ESTOY MUY AGRADECIDO POR HABERME HECHO SENTIR QUE CONFÍAS EN MÍ, ME SENTÍ MUY QUERIDO POR TI. GRACIAS DE TODO CORAZÓN, Y DESCANSA EN PAZ MI AMOR. UN DÍA VOLVEREMOS A BESARNOS Y A ABRAZARNOS.”