Ellas son Berta, la marrón y blanca, y Eva. Berta es la madre de Eva y llegaron al Santuario hace más de tres años provenientes de una explotación gallega donde habían dejado abandonadas a 16 vacas y terneros. Estaban sin agua ni comida, algunas atadas por los cuernos sin poder moverse y otras dentro de una cuadra donde les llegaba el estiércol hasta la barriga.
Ahora 10 de ellas viven felices en el Santuario y, como podéis ver, aún siguen manteniendo el vínculo familiar. Es desgarrador ver como en las granjas separan a los terneros de sus madres encerrándolos en jaulas, escuchar como los pequeños llaman desconsolados a sus madres y ellas no pueden hacer nada.