Los dos son machos y para la industria de la alimentación no tienen ningún valor, así que ninguno de ellos estaría vivo hoy si no llega a ser porque nos cruzamos en sus caminos y pudimos salvarlos.
Es muy bonito ver el amor que se tienen, y como Valentí cuida de su amigo Stefano que no puede caminar bien. Las vacas y toros establecen unos vínculos muy fuertes que duran toda la vida, y tienen conocimiento de todo lo que sucede. Ojalá un día los humanos tomemos conciencia de todo el daño que les estamos haciendo.