Los dos llegaron al Santuario hace casi 5 años. Eran dos de los supervivientes de las inundaciones del Ebro a su paso por Zaragoza, donde murieron ahogados más de 10 mil animales. A ellos los encontraron dentro de una acequia y los pudieron rescatar. Desde el primer momento han sido inseparables, donde va uno va el otro y siempre están juntos a la hora de descansar.
Para ellos su vida cambió por completo y, lo que es más importante, su futuro. Estaban destinados a morir en el matadero pero la tragedia de las inundaciones les salvó. Ahora son unos cerdos felices y son tratados como deberían serlo todos los animales: con respeto y empatia.