Cuando Liam llegó al Santuario, solo tenía unas semanas de vida. Iban a matarle el día que le rescatamos de un golpe contra el suelo en la granja intensiva donde había nacido, porque estaba enfermo. Nació con un problema en sus piernas que le impedía estar de pie al tenerlas muy separadas. En las granjas es habitual corregir este defecto uniendo las dos piernas con cinta aislante. Al ir creciendo y no quitarle la cinta, se le clavó en la carne, lo que le provocó una infección y tuvieron que amputarle el pie, seguramente sin anestesia, como hacen también cuando les amputan la cola, algo que a él también se le ha hecho.
Como podéis ver en este vídeo, su vida ha cambiado mucho, y es uno de los niños mimados del Santuario, y se ha hecho dueño del sofá en el que duerme cada noche.