Proviene de una granja intensiva de cerdos, donde las hembras están confinadas en unos espacios minúsculos que se llaman parideras, en los que no se pueden ni mover. Por ese motivo, al nacer Patricia, su madre la aplastó, provocándole una lesión medular.
Hace casi 5 años que llegó al Santuario. Desde el primer día hemos intentado todo para que pudiera caminar, pero solo conseguimos que recuperara la sensibilidad en sus piernas, pero la movilidad le quedó afectada. Eso no ha impedido que ella haya crecido feliz y sin problemas.
Vive en un espacio creado para ella, donde se puede mover sin hacerse daño. Le encanta salir de su casa para tomar el sol o para bañarse en la charca de agua que le hicimos. Es muy cariñosa y habladora, cada vez que nos ve, nos llama para que vayamos a darle mimos y caricias. Siempre decimos que su historia es ejemplar, a pesar de sus limitaciones, ella siempre está contenta y feliz.