Llevan poco tiempo en los prados grandes con el resto de las vacas y toros, pero parece que han estado ahí toda la vida. Ya se han habituado a las rutinas del grupo, igual que Uma y Araitz, y ahora todos son una gran familia.
Los 3 son ahora los más pequeños del santuario y se pasan el día juntos comiendo o descansando, bajo la protección del resto de vacas y toros. Nayara se está volviendo más independiente de su madre, aunque aun sigue mamando como es lo natural. En las granjas separan a los terneros de sus madres con muy corta edad, cuando lo normal sería que siguieran tomando leche, en menor cantidad, hasta con más de un año de edad.
En el Santuario tenemos la suerte de ver el comportamiento natural de las especies que aquí viven, especies que son explotadas por los humanos en condiciones lamentables. En esas explotaciones los animales no pueden expresar ni desarrollar sus características de especie, siendo sometidos a una vida de sufrimiento.