Uma, Nayara, Araitz, Savi y Cristian se han adaptado de maravilla a su nueva familia. Los pequeños siguen haciendo piña y están mucho tiempo juntos, mientras los demás pastan tranquilamente. Saben que aquí están protegidos y nadie les va a hacer daño. Ahora viven todos en armonía y con tranquilidad, sin estrés. Así deberían vivir todos los animales, sin que nadie les explote ni les haga daño. Los Santuarios existimos para proporcionar a los animales un lugar seguro en un mundo dominado por los humanos, pero el mundo ideal sería uno en el que no hubiese Santuarios.