Vero llegó al Santuario desde Mallorca hace casi 8 años. Ella es una de las primeras cabras del Santuario. Tenía a penas unos días de vida y un problema en una de sus piernas, que le impedía caminar bien. Por eso, en la explotación donde estaba, no la querían y la iban a matar, pero unas personas consiguieron sacarla de allí y traerla al Santuario.
Nunca olvidaremos el día que llegó, era tan pequeña que venía dentro de un transportín y, nada más salir, estiró su pequeño cuerpecito desperezándose de tan largo viaje. Siempre ha sido una de las cabras más cariñosas y tiernas. A pesar de los años que han pasado, cuando nos ve, aun sigue buscándonos para que estemos con ella. Y no es raro porque la criamos a biberón y el vínculo que creamos es para toda la vida.