El pequeño Libero ya es todo un apuesto hombrecito y cada día se parece más a su madre.
Al hacerse más mayor, se ha vuelto más independiente y no es raro verlo con el resto del grupo, lejos de su madre. Pero Simone siempre está atenta, y cuando ve que se ha separado mucho, le llama para que vuelva. Libero reconoce a la perfección el sonido de su madre y lo distingue del resto. Cuando lo oye, gira las orejas y levanta la cabeza buscando a Simone y, cuando la localiza, va corriendo hacía ella. Una madre es una madre
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