Estuvo viviendo durante 7 años encerrada en un zulo, donde era alimentada con gallinácea (excrementos de gallinas).
Salió de ese horrible zulo por primera vez, el día que fuimos a rescatarla. Al llegar a Fundación Santuario Gaia, la primera noche no quiso dormir en su habitación y se pasó toda la noche mirando las estrellas y sintiendo el aire fresco en su cara.
Se le notaba toda la columna de lo mal que estaba, y las uñas eran tan larga que le costaba caminar. Pero ahora su vida ha cambiado completamente gracias a vuestra ayuda, y es muy feliz.