Se nos cae la baba con nuestros niños, ya lo sabéis, y es que no es para menos.
Abel es un corderito ciego que se ha adaptado muy bien a la vida del Santuario, tanto que parece que ve, al igual que Felipa, Débora y Borges, con los que vive.
Pero lo que más sorprende, es con la delicadeza con la que lo tratan otros animales que sí ven, que son totalmente conscientes del problema que tienen los demás.
En la fotografía vemos a Alix, una de las últimas cerditas que han llegado al Santuario.
Y luego hay gente que dice que los animales no tienen sentimientos…
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