Hace casi dos años que llegó a Fundación Santuario Gaia. Nació con un problema en sus ojos y no podía ver, por eso no podía vivir en la explotación en la que nació. Nos avisaron a nosotros para acogerla y llegó al Santuario. Después de muchos meses de tratamiento, sus ojos se curaron y ahora ve sin ningún problema.
Desde el principio formó una familia con Zuriñe, Henar y Ramona. Ramona ha sido una madre para ella y, a día de hoy, siguen las 4 juntas unidas, con un vínculo familiar que les durará toda la vida.
Cuando la vemos dormir así, tan confiada y tranquila, ajena a toda maldad, se nos llena el corazón de amor. Y también tristeza por todas las vacas que viven explotadas y son sacrificadas. Ojalá llegue el día en que ver una imagen como esta sea lo normal
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