Ellas son como un reloj y tienen bien aprendidos los horarios. Cuando se va acercando la hora de la comida, esperan en la puerta y, aunque en la foto parece que están la mar de tranquilas, no es así, comienzan a mugir y a llamarnos para que nos demos prisa. Vamos, como nos pasa a nosotros cuando tenemos hambre
Pero verlas tan felices nos alegra cada mañana. Saber que sus vidas ya no corren peligro y que tendrán una vida plena, no tiene precio
¡Feliz día a todos!
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