En estas fechas millones de corderos son apartados de sus madres para ser enviados al matadero, donde acaban con sus vidas para ser la cena de navidad en muchos hogares.
Por suerte Irene vive en el Santuario junto a su madre, de la que aún sigue mamando. Ellas tienen un fuerte vínculo que durará toda la vida. En cuanto Irene pierde de vista a su madre, se pone a llamarla desesperadamente y ella corre a su lado.
Ellas, ya están completamente integradas con el resto de habitantes del Santuario y se pasan el día con ellos, su familia.
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