Ayer llenamos las charcas de barro de la zona donde viven los cerdos y el primero en ir ha sido Jacob. A los cerdos les encanta revolcarse en el barro y quedarse dormidos en la charca. Para ellos es la manera de bajar la temperatura ya que no tienen glándulas sudoríparas y por lo tanto no pueden transpirar a través de la piel. Son felices en sus charcas, no hay más que ver la cara de Jacob.