Hace unos días Ismael López, uno de los fundadores del Santuario, contaba esto sobre las gallinas en su perfil personal de Facebook:
“Las gallinas son las grandes olvidadas en los Santuarios, es decir, no que en los Santuarios nos olvidamos de ellas, sino que muy pocas personas se interesan por las gallinas que hay en los Santuarios.
Nacen en incubadoras, se crían sin saber lo que es el calor ni el amor de una madre, en una nave sin ver nunca el sol, la tierra, la hierba o respirar aire fresco. Cuando crecen un poco se encierran en jaulas donde no se pueden mover para así ser explotadas por sus huevos, pero antes de esto, cuando son pequeñas les cortan el pico.
A mí me emociona mucho el momento en el que llegan al Santuario. Lo miran todo con esos ojitos que tienen, que aunque muchos no lo sepáis, pero transmiten mucho. Observan el cielo, la tierra donde rápidamente se revuelcan para darse baños bajo el sol, extienden sus alas y todo su cuerpo como nunca han podido hacerlo.
Disfruto mucho cuando ponen un huevo y los cojo, las miro y les digo: “esto que has puesto ya no es para los humanos, esto te pertenece a ti, por justicia.” Y después de explicarle eso, rompo el huevo contra el suelo para que se lo coman, y asombrada lo miran y lo picotean muy despacito. A los pocos días en cuanto ya me ven con un huevo en la mano me siguen como locas esperando el momento en que los estrello contra el suelo y ellas poder disfrutarlo.
Veganismo es justicia.”
En la fotografía vemos a Ismael acariciando a uno de los gallos del Santuario. Normalmente se está acostumbrado a acariciar a las gallinas como si fueran perros o gatos, pero la zona que a ellos les gusta porque es donde más sensibilidad tienen y por lo tanto más placer les da, es en en la barbilla o en la cresta.