Muchos días en los prados, cuando Vilar está tumbada descansado, vemos como se acerca Cristian a ella y se pone a lamerla. Luego se pasan un buen rato los dos juntos. Seguramente Cristian ha caído rendido a los encantos de Vilar y no es para menos, porque es una auténtica belleza. Cuando Vilar llegó, pasó mucho tiempo antes de comenzar a relacionarse con el resto de vacas y toros. Era muy independiente y le gustaba pasar mucho tiempo sola. Poco a poco se fue integrando en el grupo y creando vínculos como con Estrella. Ahora ya forma totalmente parte de esta maravillosa familia y no puede estar más feliz y contenta.