Ellos son Daga e Itak, y tienen una historia muy bonita que os va a emocionar. Como sabéis, hemos iniciado la compra de uno de los terrenos que colindan con el Santuario, y los vecinos que aquí vivían hasta el pasado día 1 de febrero, adoptaron a estas dos preciosidades que son madre e hijo.
Daga fue utilizada para la monta,se le nota en la columna, y también está marcada a fuego, pero por suerte, estos vecinos a los que siempre hemos querido mucho, tomaron conciencia sobre el trato a los demás animales y dejaron de montar a caballo.
Daga e Itak llevan toda la vida viviendo aquí, así que este es su hogar, y no era justo para ellos que se fueran del sitio en el que han vivido siempre, así que ellos se han quedado con nosotros.
Pronto empezaremos con la adaptación con los demás habitantes, que a la abuelita Lidia le va a encantar volver a tener compañía de su misma especie. Daga e Itak son puro amor.