Ayer ayudamos a Amaya a irse. Ha sido una decisión muy difícil de tomar, pero sabemos que era la única manera de ayudarla. Su estado cada vez era peor y no tenía ninguna calidad de vida. Hicimos todo lo que pudimos para que mejorara y curarla, pero a veces no se puede y somos conscientes que no queremos que sufran.
Llegó al Santuario siendo un bebé, junto con otras 35 ovejas de un decomiso de una explotación, donde habían sido maltratadas y abandonadas para que se murieran. Por suerte ella vivió muy poco tiempo esa situación y el resto de su vida la ha vivido feliz en el Santuario, con toda su familia y sin que ningún día le faltara de nada.
Se ha ido rodeada de amor, acompañada por las personas que la querían y de manera muy tranquila. Siempre recordaremos tu dulce mirada y esa carita tan tierna.
Amaya, siempre estarás en nuestros corazones ❤️