Ayer rescatamos a Darío, un pequeño cordero con apenas unos días de vida. Un niño que estaba haciendo deporte en la montaña se lo encontró, apareció detrás de unos arbustos y comenzó a seguirle. Después de esperar un tiempo por si aparecía su madre o alguna persona que lo cuidara, avisó a la protectora de Olot y ellos los recogieron .
No sabíamos nada de su historia, ni que le había pasado, ni porqué estaba solo. Tampoco sabíamos si había tomado calostro o no. Estaba bastante delgado y con muchas garrapatas. La exploración veterinaria fue normal, pero a las pocas horas de estar con nosotros, comenzó a tener problemas respiratorios, que se agravaron muy rápidamente. De camino al veterinario pensábamos que se moría, pero pudimos llegar. Una vez allí lo estabilizaron con oxígeno y en las pruebas que le hicieron no se encontró nada que justificase ese empeoramiento. La única sospecha que tuvimos era una reacción alérgica grave. Pese al tratamiento y todos los cuidados, empeoró mucho y de madrugada nos dejaba.
Nunca podremos acostumbrarnos a estas pérdidas tan injustas e incomprensibles. No es justo que una vez que está en el Santuario, que le esperaba un futuro de cuidados y amor, se vaya. Duele mucho cada pérdida que tenemos, pero tenemos que reponernos para poder seguir cuidando al resto de habitantes.