Lo peor que podía haber pasado ha sucedido, y la pequeña Estela no ha aguantado más. El día que la recogimos de aquel horrible lugar, con el brazo destrozado por mordiscos y supurando por varios puntos, pensamos que si había sobrevivido a todo eso, a partir de ahora solo podría mejorar. Pero nos equivocamos.
Cuando llegamos el jueves por la noche al Santuario, le dimos toda la asistencia veterinaria necesaria y vimos la magnitud de la herida que tenía. Toda la musculatura del hombro derecho estaba destruida y necrótica, igual que los tendones y ligamentos. Al ir limpiando la zona, se iban cayendo los trozos de piel muerta, agrandando cada vez más el orificio. Tenía larvas de mosca dentro de la herida y, como vimos al día siguiente, entre la lana y la piel. Y una anemia muy severa por lo que le tuvimos que hacer una transfusión de sangre.
A pesar de todo, Estela parecía que estaba respondiendo bien, tenía apetito y la herida iba mejorando. Pero ayer comenzó a estar más decaída, le costaba mantenerse de pie y ya vimos que su mirada había cambiado, se apagaba. Lo más probable es que haya desarrollado una septicemia que los antibióticos no han podido controlar y que la pequeña no ha podido superar.
No es justo que después de todo lo que ha pasado y sufrido Estela, haya tenido que morir en el Santuario, cuando ya estaba a salvo y recibiendo todos los cuidados. Nunca lograremos comprender estas cosas. Era tan tierna, con una mirada tan inocente pero a la vez resignada, que nos provocaba unas ganas infinitas de protegerla y mimarla.
Lo sentimos mucho pequeña, hicimos todo lo que pudimos por curarte, pero no ha sido suficiente. Esperamos que por lo menos hayas sentido nuestro amor en estos días y olvidado la maldad humana. Nos duele el corazón por perderte