Pedro llegó al Santuario en noviembre de 2014 con solo 3 semanas de vida. Había nacido macho y como ocurre en todas las explotaciones lecheras, al no servirles los machos para la producción de leche, son enviados al matadero.
Su llegada fue una alegría en nuestras vidas, y rápidamente cogió un fuerte vínculo con Coque e Ismael, los papis del Santuario. Pero no solo con ellos, se crió a biberón con Olga, una corderita que acabábamos de rescatar y a la que consideró su gran amiga hasta el final. Cada día antes de irse a los prados grandes a pasar el día, se plantaba delante de la puerta donde dormían las cabras y las ovejas, hasta que encontraba y veía a su gran amiga que nunca se olvidó de ella.
Pedro se convirtió en el hermano pequeño del gran Samuel, y es que todo se lo enseñó él. Se convirtió en un toro de más de una tonelada, su gran tamaño impresionaba, pero lo que más impresionaba era el AMOR que desprendía.
Tenía la enfermedad de gigantismo, una enfermedad que acorta su esperanza de vida, además hace 3 años comenzó con una gran artrosis en la cadera, y su pierna derecha se le quedó rígida. Aún así, le habilitamos un espacio especial para él y que así tuviera una buena calidad de vida.
Sabíamos que un día no podría levantarse y que se iría, y ese día llegó ayer.
Gracias Pedro por todo lo que nos has enseñado, por tu AMOR INCONDICIONAL, por tus abrazos eternos que eran curativos. Por favor, ahora desde el PARAÍSO, intercede por nosotros. Estamos rotos, muy rotos, pero tenemos la esperanza de que un día volveremos a estar todos juntos.
TE QUEREMOS MUCHÍSIMO 💚