Ya no tiene nada que ver con el Eduardo que llegó al Santuario, ahora está feliz, sano y con las heridas de su corazón sanadas, que son las que más trabajo cuestan curar.
Llegó desde Galicia junto a otras 9 vacas y terneros porque había sido abandonado dentro de una nave, encerrado para que muriera, donde sus propias heces le llegaban hasta la barriga.
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