En 2012 estuve en una granja de vacas lecheras de Mallorca por una investigación sobre el sufrimiento al que son sometidas. Mientras me acercaba, me horrorizaba escuchar los continuos llantos de las vacas y sus terneros, llamándose entre ellos desesperadamente porque habían sido separados nada más nacer, ya que si los dejaban juntos, los terneros se beberían la leche que iba a ser vendida a los humanos.
Nada más entrar vi a 5 terneros de tan solo unos días de vida, encerrados en unas jaulas apartadas de sus madres, ni siquiera las podían ver, solo oírlas llorar, llorar como llora una madre cuando le quitan a su hijo.
El ganadero me contaba que 3 de esos terneros en 4 días iban a ser enviados al matadero porque eran machos. Las otras dos que eran hembras, se unirían a la cadena de producción una vez que fuesen más adultas, sustituyendo así a las viejas, que serían enviadas al matadero al no ser ya tan productivas. Esas vacas viejas, tan solo tenían 6 años, pero había sido tal su explotación, que estaban consumidas, con descalcificación en los huesos y problemas en las ubres. Si no hubieran sido explotadas, habrían podido vivir 25 años, que es la esperanza de vida de las vacas.
Quise acariciar a las que estaban siendo explotadas, lo necesitaba, mi corazón estaba roto por no poder hacer nada por ellas. Ya era vegano desde el 2009 y no contribuía con el consumo de lácteos, pero al verlas allí, lo único que quería era liberarlas y darles la vida que merecían. Les prometí que nunca dejaría de luchar por ellas y que haría todo lo posible por salvar aunque fuera solo a una, y en ese momento, una de ellas se acercó y me dio un beso, un beso que me quedó grabado a fuego en el alma y que nunca he olvidado, y que gracias a ese beso, son muchos los animales que se están salvando.
Os cuento esta experiencia porque creo en un mundo mejor, un mundo que podemos cambiar entre todos. Yo me he llevado 30 años comiendo animales y sus derivados, como productos lácteos, huevos y miel, incluso vistiendo con sus pieles. También trabajé en un circo con animales y criaba pájaros para venderlos. Si mi vida ha cambiado, la tuya también puede cambiar. No lo pienses más, ellos no tienen más vida que esta.
Ismael López, co-fundador de Santuario Gaia