Isaac es uno de los toros más grandes que viven en el Santuario. Es imponente y su cornamenta impresiona mucho, pero todo lo que tiene de grande lo tiene de bueno, y su corazón es enorme. Él llegó con pocos meses de vida. Estaba en un hotel “ecológico” donde servía como reclamo para los huéspedes.Conseguimos que nos lo cedieran y luchamos durante meses para que también su madre, Helga, pudiera venir al Santuario. Al final se hizo posible y el reencuentro de madre e hijo es una de las situaciones más emocionantes que hemos podido vivir en el Santuario. Desgraciadamente su madre ya no está entre nosotros, pero por lo menos pudieron disfrutar de un tiempo en libertad y sin ser explotados.