Pedrito llegó al Santuario con pocos días de vida y se crió junto a Olga, una corderita de la que nunca se separaba. Al principio como eran pocos animales y todos eran pequeños, vivían todos juntos y Pedro estableció un vínculo muy fuerte con Olga, Helena, brisa, Diego, David, Laia, Josefina, Vero, Rubén, y otras cabras y ovejas que vivían con él por aquel entonces.
Al mudarnos a Camprodon los separamos por especies por seguridad, no porque hubiera peligro en que se hicieran algo queriendo, sino porque puede pasar que al tumbarse una vaca o un toro, si en ese momento hay una oveja o cabra viejecita que no tiene tiempo de reacción, pueden lastimarse. Igualmente ellos se ven cada noche, porque las cabras y ovejas pasan la noche con la nave abierta y pueden salir al patio, y a través de la puerta del patio y el vallado pueden verse, aún así Pedrito, cada mañana, se queda mirando a sus amigas para saludarlas y ver que siguen bien.