Las aves no suelen despertar demasiada empatía en los humanos. Quizás sea por el hecho de que no son mamíferos y no nos sentimos tan identificados con ellas. Sin embargo un ave no se diferencia tanto de un mamífero: son animales muy inteligentes, cada individuo tiene su propia personalidad y está demostrado que son capaces de sentir las mismas sensaciones que nosotros, desde el amor, al dolor por la pérdida de un ser querido, pasando por la soledad o el deseo de proteger a sus hijos.
Hoy hemos vivido un momento muy tierno en el santuario mientras estábamos en la zona de recuperación. Ismael, uno de los co-fundadores de Santuario Gaia, estaba sentado con Esperança, una pollito broiler que ha llegado esta semana al santuario. La tenía cogida en brazos dándoles mimos, y Fina que también estaba allí, al darse cuenta de lo que estaba pasando ha ido corriendo hacia ellos y se ha subido encima de Ismael para que la cogiera y también le mimase a ella. En el fondo todos somos más iguales de lo que creemos y a todos nos gusta recibir amor.
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Birds don’t usually get much empathy from humans. Maybe it’s because they’re not mammals and we don’t feel identified with them. However, a bird is not that different from a mammal: they are very intelligent, each individual has their own personality, and it has been shown that they can have they same feelings we do: from love to grief after losing a dearest one, or even loneliness or the need to protect offsprings.
Today we’ve lived a very tender moment in the recovery area of the sanctuary. Ismael, one of Gaia Sanctuary co-founders, was sat with Esperança in his arms, a broiler chick who arrived to the sanctuary this week. He was cuddling and pampering her, when Fina, another hen who was also around, came running to them after realising what was going on. She immediately jump into Ismael to be cuddled and pampered too. After all we’re not that different and we all like being loved.
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