Es una vaca mayor de una explotación lechera, y como su producción de leche ha bajado, dejando de ser rentable, su destino era el matadero. Contactaron con nosotros para poder traerla al Santuario y dijimos que sí. En un principio estaba todo programado para que llegara ayer, pero por problemas de logística se va a retrasar su traslado unos días, aunque nosotros estamos ansiosos por verla feliz y tranquila en el Santuario.
Aún no la conocemos en persona, pero ya la queremos, es nuestra hija. No es para menos, las vacas tienen una mirada tan tierna y pura, que es imposible no quererlas.
Nos quedan unos días de nervios e impaciencia esperando que se resuelva todo. En breve la familia Gaia aumentará otra vez con Pilar.
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