Él dice que de ese comedero no come ni Dios, que es su cama y que está muy agusto ahí, así que no permite que nadie coma de su espléndido colchón. Estas cosas nos hacen muy felices, porque cuando pensamos que iba a morir y que ahora vive tan feliz haciendo lo que realmente quiere, esa sensación y sentimiento que tenemos, no tiene precio.
Ezequiel llegó en abril de 2017 siendo un bebé porque lo iban a matar por nacer macho