Débora y Felipa son dos cabras ciegas que llegaron al Santuario hace dos años. Su historia es muy triste. Provienen a una granja de la provincia de Girona donde tenían a los animales viviendo sobre sus propios excrementos. Corderos y cabritos encerrados en jaulas, separados de sus madres para ser enviados al matadero.
Felipa es ciega y vivía en un diminuto espacio, donde llevaba dos años que lo único que hacía era dar vueltas sobre si misma. Pero ya estaban cansados de tenerla y la iban a matar. Débora había perdido casi toda la visión y tampoco la querían, por eso también iban a acabar con su vida.
A pesar de sus limitaciones, ellas son felices en el Santuario. Viven en un espacio especial para ellas, y no tienen ningún problema para guiarse con sus otros sentidos. Se han acostumbrado muy bien a su entorno y lo reconocen perfectamente. Mirad el vídeo de la primera vez que pasearon por el santuario.
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