Esta mañana hemos tenido que ayudar a marcharse a la corza atropellada que llegó el domingo. En las últimas 24 horas su estado neurológico había empeorado mucho, siendo sus lesiones ya irrecuperables. Solo nos quedaba evitarle más sufrimiento y nos queda el consuelo de que no ha muerto en una carretera 
A raíz del vídeo de ayer, queremos dar algunas explicaciones para que no hayan malentendidos. Los corzos son animales muy sensibles y que se estresan fácilmente, siendo este estrés la mayoría de las veces fatal, provocándoles la muerte. Por eso la manipulación de estos animales tiene que ser lo más tranquila posible y con los menores estímulos. En las imágenes publicadas ayer, ella ya no reaccionaba a ningún estímulo: púpilas reactivas, sin reflejo de amenaza, sin reflejos a sonidos e inconsciente. En ese momento le estábamos poniendo una vía y pasando suero con manitol, para intentar revertir el posible edema cerebral que tenía. Quitando esta intervención y la administración de las medicaciones necesarias, el resto del tiempo que ha pasado en el Santuario ha estado en una habitación tranquila y sin contacto humano.
Sabíamos que era muy difícil que se recuperara de las lesiones. Esta pobre corza hubiese muerto si o si en el lugar de atropello, el no ya lo teníamos, pero no podíamos dejar de intentarlo, por mínima que fuese la probabilidad de recuperación. Hemos tenido algún otro caso que, una vez superada la conmoción inicial, lo hemos podido reintroducir otra vez en el bosque con éxito.
También queremos recordar que dentro de poco es época de cría para corzos y otros cérvidos silvestres. Muchas veces las madres dejan escondidas las crías entre los arbustos, pero eso no quiere decir que estén abandonadas. Mucha gente, con buena intención, las recoge pensando que están solas, y es lo peor que se puede hacer. Ante estos casos, hay que dejarlas donde están y alejarse del lugar ya que la madre estará muy cerca. Las posibilidades de sobrevivir en cautiverio son mínimas y al recogerlas las condenamos a una muerte segura.
Vuela alto pequeña, libre ya de las amenazas humanas 
