Román era un corderito que nos robó el corazón. Llegó de una hípica con una lesión de columna hacía que se arrastrase por tanto también tenía una enorme llaga en la zona del ano.
Lo intentamos todo, rehabilitación, sus paseos en silla de ruedas (iba como un bólido por el camino en busca de hojitas) pañales y curas para proteger la herida y su cunita por donde asomaba la cabeza pidiendo biberon. Tenía muchísimas ganas de vivir y era el más mimado por todos en el Santuario. Cuando no veía a sus hermanitos de leche, Rafaela y Demetrio, balaba con todas sus fuerzas hasta que los volvía a tener cerca, era amor en estado puro.
Un día vimos que no tenía apenas apetito y siendo un glotón fue algo muy raro, vimos que tenía fiebre y comenzamos a medicarlo pero el deterioro fue tan rápido que en 24 horas se nos marchó dejándonos desolados con una herida profunda en el corazón.
Al realizarle la necropsia se determinó que una onfección había provocado una sepsis y fallo multiogánico. Nada más se podía hacer, desde que llegó había tomado varias tandas de antibiótico debido a su llaga abierta pero finalmente venció la enfermedad.
Roman te querremos siempre y nunca te olvidaremos pequeño, vuela alto💚