El domingo Valeria, la cabrita enferma desde hace unas semanas, ya no aguantó más y falleció. Como os hemos ido contando, sufría una enfermedad nerviosa que la estaba consumiendo poco a poco y que no lográbamos controlar. Incluso aún estamos esperando el resultado del análisis del líquido cefalorraquídeo, para afinar más el diagnóstico. Sabíamos que jugábamos a contrarreloj, pero no hemos podido hacer más por ella
La vida en el Santuario es una montaña rusa de emociones. En un mismo día puedes pasar de la risa el llanto en cuestión de horas. Aunque parezca que después de tantos años estamos acostumbrados, sigue costando y nos pasa factura, aunque no seamos conscientes.
Con cada muerte se nos va un trocito de nosotros. Suerte que hay muchas alegrías que consuelan estas pérdidas y que tenemos que seguir para cuidar a los más de 500 habitantes que viven aquí.
Te echaremos de menos Valeria, vuela alto