Desde pequeños nos han acostumbrado a ver a burros, caballos y ponis siendo utilizados por el humano, con cadenas sin poder hacer lo que ellos realmente quieren, vivir sus vidas sin que nadie los utilice. En Fundación Santuario Gaia los burros que viven han llegado de situaciones extremas de maltrato y abandono.
Seina, Manel y Gabriela llegaron desde Sevilla porque habían sido abandonados en una finca sin agua ni comida, y donde convivían entre los cadáveres de sus compañeros que no sobrevivieron. Al poco de llegar al Santuario, Seina que estaba embarazada cuando la rescatamos, tuvo a Shalom, quien no ha conocido nunca el ser tratado diferente por pertenecer a otra especie que no sea la humana.
Benito llegó al Santuario porque había sido abandonado, y se adaptó muy bien a la familia que llegó desde Sevilla. En el vídeo se ve a Benito y a Shalom revolcándose felices, viviendo en libertad.
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