Brisa y Helena fueron las primeras ovejas que llegaron al Santuario, unos días antes de ser enviadas al matadero. Al día siguiente de estar a salvo con nosotros, Brisa dio a luz a Diego.
Helena no se dejaba tocar, ni siquiera dejaba que te acercaras a ella más de la cuenta, pero eso cambió cuando vio como cuidábamos a su amiga Brisa, que después del parto estuvo a punto de morir y pasó semanas viviendo dentro de la casa de los fundadores del Santuario.
Cada día los fundadores entraban a Helena dentro de la casa para que viera que su amiga estaba viva, y que lo que estaban haciendo era ayudarla. También tuvieron que cuidar de Diego, al que criaron a biberón.
Con el paso de los días, la mirada de Helena fue cambiando, y con ella su actitud hacia los fundadores del Santuario. Un día sin esperarlo, ella se acercó a ellos curiosa y se dejó acariciar. Desde entonces es una de las más cariñosas del Santuario, tanto que llega a ser algunas veces hasta pesada. Helena es adorable y es la que cuida de todos, siempre alerta y pendiente de su familia, la familia Gaia.