Ya comienza a hacer calor y es conveniente quitarles la lana para que estén más cómodas y no tengan problemas de golpes de calor.
Lo hacemos con mucha tranquilidad y con mucho cuidado, para que no se estresen y para no producirles cortes, al contrario que en la industria de la lana donde cuenta el mayor número de ovejas que puedan hacer al día sin importarles las heridas que se producen con las máquinas o el estrés que sufre el animal en la manipulación.
Muchas razas de ovejas han sido seleccionadas genéticamente por el humano para que produzcan mayor cantidad de lana y así poder ser aprovechada por los humanos, lo que no deja de ser una explotación más. Si no hubieran sufrido esta modificación, en condiciones naturales, solo les crecería la cantidad necesaria para protegerse del frío y luego lo perderían en las épocas cálidas, como les sucede a muchos otros animales.