Es muy emocionante ver el fuerte vínculo que han establecido Izadi y Valentí, y es que realmente son madre e hijo. Ella le llama con ese sonido tan característico que hacen las vacas para llamar a sus hijos, y que suena tan melódico. Izadi estuvo durante 12 años explotada en una granja lechera, donde cada año la inseminaban artificialmente para que diera a luz un hijo, el cual le era robado nada más nacer para que no se bebiera la leche que iba a ser destinada a la venta para los humanos. Cuando se hizo mayor y dejó de ser productiva, iba a ser enviada al matadero, pero por suerte, terminó en el Santuario.
Valentí fue encontrado siendo un bebé cuando había sido atropellado. estuvimos muchos meses con él viviendo dentro de la casa para evitar que se le infectara la herida de su pezuña y que se recuperara, pero lo conseguimos.
Cuando Izadi conoció a Valentí hace 4 meses, lo adoptó como a ese hijo al que nunca le dejaron tener, y desde entonces no se ha separado ni un instante de su lado. Aquí tenéis unas imágenes de ese momento.