Izadi fue durante 12 años explotada en una granja lechera, donde cada año la inseminaban artificialmente para que diera a luz un hijo y así poder producir leche. En cuanto nacía ese hijo se le quitaba nada más nacer para que no se bebiera la leche que iba a ser vendida para el consumo humano.
Las vacas suelen tener una esperanza de vida de unos 25 años, pero al ser tan explotadas en las granjas, son enviadas al matadero mucho antes, porque sus cuerpos están muy desgastados y sus huesos se rompen porque se descalcifican.
Para la granja donde estaba Izadi, ella ya no era rentable porque había bajado la producción de leche, así que iba a ser enviada al matadero. Cuando en Fundación Santuario Gaia la rescatamos, casi no podía caminar al no tener musculatura y tenía una mastitis bestial debido a la explotación durante tantos años.
Al poco de llegar al Santuario adoptó al ternero Valentí, y cada vez que ve que un humano llega a los prados o intenta acercarse a su hijo adoptivo, ella camina lo más rápido que puede para ponerse a su lado y protegerle. Aunque ella ya ha comenzado a confiar en nosotros, no olvida que durante 12 años los humanos le robaban a sus hijos, y eso ella no lo olvida.