Javi es tan cariñoso que llega a ser hasta pesado, si no que se lo pregunten a Patri, la cerdita que va con silla de ruedas. Para ella es un descanso cuando Javi sale a pasear a los prados pequeños, porque se entretiene corriendo e investigando y ella aprovecha para descansar de él.
Por muy lejos que Javi esté, cuando gritas su nombre él viene corriendo. Siempre quiere ver lo que hacemos, metiendo el hocico en todos lados.
Es muy bonito ver como Javi disfruta de su vida, ya que llegó al Santuario con pocos días de vida porque iban a matarlo de un porrazo contra el suelo como hicieron con uno de sus hermanos que tenía el mismo problema que él. Sufría de una infección que se le había extendido por todo el cuerpo debido a que le cortaron el rabo y se le infectó. Su madre estuvo dos días de parto y murió sin ninguna atención veterinaria, al igual que la mayoría de sus hermanos. Esta es la triste realidad que viven los animales en las granjas.