Javi tiene un vínculo muy fuerte con los fundadores del Santuario.
Él vive con ellos y con los perros y gatos del Santuario, todos juntos en una cabañita muy pequeñita. Se está criando con muchos mimos, como los que recibiría un bebé humano.
Los cerdos tienen vértigo, por eso cuando se les coge chillan tanto, pero cuando a Javi lo cogen los fundadores, nada más cogerlo cierra los ojos, saca la lengua y se duerme, porque se siente protegido en sus brazos, como cualquier niño en brazos de sus padres.