Nada más nacer les cortaron sus rabos y sus dientes sin anestesia. A Javi se le infectaron esas heridas y se le pasó al resto del cuerpo, lo que hizo que tuviera problemas en sus articulaciones y no podía caminar. Patricia a los pocos días fue aplastada por su madre que estaba encerrada en una jaula de la que no podía moverse, produciéndole una lesión medular.
Javi vio como moría su madre, agonizando durante dos días por problemas en el parto. Vio como la mitad de sus hermanos murieron sin cuidados veterinarios y al que tenía el mismo problema que él lo asesinaron de un porrazo contra el suelo.
Ellos fueron salvados y ahora viven enamorados. Nosotros somos sus manos y sus pies, somos los que les hemos devuelto sus dignidad, su vida. Pero por desgracia cada día millones de animales viven lo que ellos tuvieron sin tener la misma suerte.