El 6 de agosto de 2017 rescatamos a Jesús cuando tenía pocos días de vida, cuando se encontró solo en una carretera en un estado de salud muy grave. Deshidratado, con diarrea, secreción nasal y una infección en el rabo que le pasó a la sangre, debido al corte que le habían hecho, seguramente porque se lo hicieron sin anestesia ni ninguna atención veterinaria, como suele ocurrir en las granjas para reducir costes.
Por aquel entonces estábamos pasando por unos momentos muy complicados en el Santuario y no podíamos acoger a más animales, pero como nos pasa siempre, hay casos como el de Jesús, a los que no podemos decir que no, por muy mal que estemos.
Han pasado más de dos años y medio, y aunque pesa 300 kilos, sigue siendo ese niño amoroso al que le gustaba dormir junto a Coque e Ismael, los fundadores del Santuario, sus papás.