Kika duerme feliz y segura junto a su madre Clara.
Ellas vivirán toda la vida juntas sin ser separadas como ocurre en las granjas, ya que la inmensa mayoría de los bebés que nacen son enviados al matadero para el consumo de los humanos. Las madres continuamente sufren el robo de sus hijos pariendo dos veces al año. Un sufrimiento que Clara ya dejará de padecer, porque por fin podrá disfrutar de su maternidad junto a su hija Kika para siempre.
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