Hace casi un mes que Oriol llegó al Santuario. Lo encontraron, con apenas unos días de vida, vagando por un parking en una ciudad. Asustado, solo e indefenso, sin rastro de su madre ni nadie que lo cuidara. No sabemos que hacía allí, ni como llegó, pero puede que el haberse perdido o escapado le salvara la vida.
Desde entonces nosotros hemos sido su madre, le hemos alimentado con biberón y cuidado en todo momento. Está creciendo muy feliz, rodeado de mucho amor y, lo más importante, sin miedo a que nadie le haga daño ni le explote.
Pero esta situación es una excepción. Millones de corderos son enviados todos los días al matadero para satisfacer los paladares de los humanos. Bebés como Oriol. Después de haber visto tantos vídeos y fotos de él, ¿os imagináis que se pueda hacer daño a un ser tan tierno?