Nos va a estallar el corazón de amor con Oriol. Ver cada día como está creciendo, sano y fuerte, como se despierta su curiosidad, sus ganas de jugar y su cariño hacía nosotros, no tiene precio. Saber que su futuro ha cambiado, que ya no será la comida de alguien, sino que vivirá feliz con todos los cuidados del mundo, es la mayor alegría que podemos tener.